miércoles, 16 de febrero de 2011


El peleador es Bale

"Quítate Mark, que me tapas a Bale"

Típico se ha vuelto el tocar el tema dramático del boxeo. Recordemos cintas excelentes como, Million dollar baby, donde se evita un drama lacrimógeno y deja a un lado el deporte y sólo se centra en desentrañar al personaje. Otra cinta que toca el tema sobre un ring es, El luchador del ningundeado, Darren Aronofsky, donde no sólo revela la cruel realidad del mundo de la lucha libre, si no que, se interna en un mundo devastador de un personaje perdido. Estos son los dos únicos casos recientes que lograron destacar sobre el ya desgastado tópico del deporte. El peleador es Bale. 

Dicky Eklund (Christian Bale), es un boxeador convertido en entrenador que intenta levantar cabeza después de verse inmerso en una peligrosa mezcla de drogas y delincuencia. Eklund entrenará a su casi hermano "irlandés" Micky Ward (Mark Wahlberg), a mediados de los años 80, y será recordado por tres épicos combates contra Arturo Gotti. 

No puedo iniciar la sinopsis de otra manera sin mencionar primero a Bale, reitero, el peleador es Christian Bale, no más. El demacrado actor –de nueva cuenta bajó de peso de una manera exagerada--se convierte tanto físicamente como psicológicamente, en el junkie deportista: sus gestos, su imagen, ¡su mirada! resultan aterradores al personificar una calca exacta de un drogadicto, todo esto tiene su mérito, el Oscar. 

¿Y el protagonista? Wahlberg, su personaje es plano como una tabla de planchar y poco puede hacer con él para lucir, sólo le puede sacar jugo a sus mañas como boxeador, y todo hay que decirlo, sólo boxea bien. Pero inevitablemente, hay escenas en las que piensas: "Quítate Mark, que me tapas a Bale". 

Melissa Leo y Amy Adams resultan correctas. Tengo que decirlo, me esperaba más de Leo, su actuación me pareció buena a secas –me esperaba a una hija de perra, no la encontré--. Adams va en camino por una estatuilla en un fututo. 

La estética de la cinta me pareció gratificante y arriesgada, los colores desaturados de la fotografía y el manejo de la cámara, evocan a un cinta noventera. Mención honorífica para las escenas de peleas que son atrevidas al parecerse a una pelea de boxeo televisiva de los años noventa. 

El peleador se disfruta por su reparto –salvo el rol principal--, por su ingeniosa manufactura y tengo que decirlo, el ejército de perras que tiene como hijas aportan momentos graciosos que relajan la cinta que, en momentos se torna un poco larga al no tener un clímax claro, aún así, El peleador no es aburrida. Recomendable.

Diego S.

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